Qué ver en la ciudad nueva de Praga

La Ciudad Nueva de Praga o Nove Mesto es lo que se podría considerar la parte más moderna del centro histórico de Praga. En realidad es un barrio cuyos origen data de siglos atrás, concretamente del siglo XIV, cuando el emperador Carlos IV desarrolló alrededor de este barrio, y más concretamente de lo que hoy en día es la Plaza de Wenceslao, un ambicioso plan urbanístico para transformar Praga en una de las ciudades más importantes de Europa.

Precisamente la Plaza de Wenceslao es el lugar ideal para comenzar un paseo por este elegante barrio praguense. Se trata de una enorme plaza con forma alargada que ha sido históricamente (y aun hoy en día) una de las más importantes de Praga y el corazón de la Ciudad Nueva. Para entender su importancia hay que saber que aquí se produjeron algunos de los acontecimientos más importantes de la historia reciente del país, como la lectura de la Declaración de Independencia de Checoslovaquia en 1918, las principales protestas y manifestaciones durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial y durante la invasión soviética de 1968 o el inicio de la Revolución del Terciopelo que acabó con el fin del régimen comunista en 1989.

La plaza debe su nombre a Wenceslao I, patrón de la República Checa y uno de los reyes más importantes en la historia de Bohemia (siglo X).

Lo primero que llama la atención nada más llegar a la plaza es la imagen de la Estatua de San Wenceslao a caballo con el majestuoso edificio del Museo Nacional al fondo. Es sin duda una de las postales más icónicas de Praga.

Estad atentos a la espalda de la estatua, donde se puede ver en el suelo una cruz de bronce en homenaje a Jan Palach y Jan Zajic, unos estudiantes que se quemaron en la propia plaza en el año 1969 en una época de oleadas de protestas por la invasión soviética.

El Museo Nacional es uno de los más importantes de la República Checa y se encuentra ubicado en un edificio neorenacentista de finales del siglo XIX que es una maravilla. En su interior alberga colecciones sobre la historia de Bohemia y Chequia en general, así como otras colecciones variadas de múltiples temáticas entre las que destaca la de zoología. Sin embargo nosotros decidimos no visitarlo.

Para quien le interese, abre de 10:00 a 18:00 y la entrada cuesta 300 coronas (12€). Gratis con la Praga card. Os dejamos la web para poder consultar la información oficial actualizada: https://www.nm.cz/en

Justo al lado del museo se encuentra el precioso edificio neorenacentista de la Ópera Estatal, inaugurado en 1888 y que en su interior alberga uno de los teatros más bonitos de Europa. La pena es que no se puede visitar, para verlo hay que comprar entrada para alguno de los espectáculos.

Entréis o no al museo, lo que sí os recomendamos es dar una vuelta por la plaza para disfrutar del ambiente, las tiendas, los restaurantes y la bonita arquitectura de los edificios que la rodean, la mayoría del siglo XIX.

Nos os perdáis los edificios del Grand Hotel Europa, el Palacio Koruna o el Hotel Jalta, cuyos entresijos se pueden visitar para ver las estancias desde donde los comunistas espiaban a sus huéspedes.

En medio de la plaza se encuentra el famosísimo Cafe Tram, una pintoresca cafetería ubicada en los vagones de un viejo tranvía del cual hay merchandising por todos lados, es muy popular. Nos pareció bastante turistada, es caro y estaba completamente vacío, así que echamos un par de fotos y continuamos el paseo.

Un lugar curioso que ver junto a la plaza es el Pasaje Lucerna. Si salís de la plaza por la calle Vodickova o la calle Stepanska podéis acceder a alguna de las entradas de esta antigua galería comercial construida a comienzos del siglo XX en estilo art decó que ofrece un montón de posibilidades de ocio. Es un lugar ideal ideal para tomar algo y descansar del ajetreo de la ciudad. Además, se puede ver una curiosa escultura que representa a San Wenceslao montando un caballo muerto del revés, una obra del polémico artista David Cerny que es el autor de otras curiosas obras que se reparten por la ciudad como la escultura colgada de Sigmund Freud.

Callejeamos ahora en dirección al Moldava hasta llegar a una de los edificios más controvertidos del centro histórico de Praga: la Casa Danzante. Hay quien lo odia y hay quien lo ama, pero de lo que no cabe duda es que este edificio resalta increíblemente entre las maravillas góticas, barrocas o neoclásicas que plagan el centro de Praga.

La Casa Danzante fue construida en los años 90 por el afamado arquitecto Frank Gehry por encargo del banco ING, y su nombre se debe a que la estructura está compuesta por dos edificios entrelazados entre sí como si estuvieran bailando. De hecho, también ha recibido el apodo de Fred & Ginger en honor a Fred Astaire y Ginger Rogers, la pareja de bailarines más famosa de Hollywood. Polémicas aparte, el edificio ha ganado varios premios de arquitectura y es indudable que se ha convertido en un emblema de la ciudad y merece la pena ser visitado.

Subiendo por el margen del río llegamos al Puente de las Legiones, que es uno de los más bonitos de la ciudad.

A la altura del puente se encuentra el Teatro Nacional, que es es el otro gran teatro de la ciudad junto con la Ópera Estatal que vimos unos minutos antes. Éste fue inaugurado unos años antes, en 1881, y el edificio de estilo neorenacentista es precioso y enorme.

La construcción del Teatro Nacional fue financiada gracias a la aportación de los habitantes de Praga por su deseo de tener un teatro de la ópera en la ciudad. Desgraciadamente, el teatro se quemó parcialmente al poco de ser inaugurado, con lo que tuvo que ser reconstruido y reinaugurado dos años más tarde, en 1883. La ópera elegida para la reinauguración fue la misma que para la inauguración original, ya que fue compuesta especialmente para este evento: Libuse, de Bedrich Smetana y Ervin Spindler.

Lamentablemente tampoco se puede visitar su interior por libre, para poder verlo hay que comprar entrada para alguna representación, así que también nos quedamos con las ganas.

Y para finalizar no te puedes ir del barrio sin tomarte unas buenas cervezas en la cervecería más antigua y emblemática de Praga, la cual data de 1499. Se trata de U Fleku.

El ambiente es chulísimo, con grandes mesas y bancas de madera, una decoración que te traslada a una taberna de la Praga de antaño, grupos de música y baile tradicionales checos amenizando la velada y camareros que pasan continuamente con sus bandejas ofreciendo sus dos tipos de cerveza (clara y oscura) y licores como el Becherovka o el tradicional vino con miel. Además puedes acompañar tu cerveza con alguno de los platos típicos de la región.

Aunque es innegable que el sitio es turístico y sus precios son mayores que los de otros lugares similares (sobre todo los de la bebida), es una experiencia que no hay que perderse en cualquier visita a Praga y un lugar ideal para cerrar una visita al Nove Mesto.

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