Cómo visitar Stonehenge

Para muchos Stonehenge no deja de ser un puñado de piedras colocadas en mitad de la nada vaya usted a saber cuando y por qué, pero que en cualquier caso no despierta mayor interés. Sin embargo, para muchas otras, como es mi caso, se trata de un lugar fascinante, que transmite una energía especial, y que cuando lo visitas hace volar tu imaginación pensando en cómo hace tantísimo consiguieron hacer llegar aquellas enormes piedras hasta allí, y sobre todo, ¿por qué?, ¿que les empujó a hacer esta construcción de esta forma y en este lugar?

Me encantan este tipo de lugares llenos de magia de misterio y para mí estar aquí es cumplir un sueño, un lugar que tenía que visitar al menos una vez en la vida y por fin ha llegado el momento.

Datos prácticos

Stonehenge se encuentra situado al oeste de Londres, a unas 90 millas, o lo que es lo mismo algo menos de 2 horas de coche. La ciudad más importante cercana es la preciosa Salisbury, que se encuentra a unos 15 minutos. Aquí podéis leer nuestra ruta por esta ciudad: Un día en Salisbury, mucho más que Stonehenge

Hasta hace un par de años se podía llegar con el coche hasta el monumento, pero entonces se inauguró un moderno centro de visitantes como a un par de kilómetros del mismo, y este es ahora su punto de acceso.

En el centro de visitantes hay un parking al aire libre gratuito, una cafetería, la típica tienda de recuerdos y por supuesto las taquillas. El precio de la entrada son 19 libras, y el horario varía en función de la temporada. En temporada media alta es de 9:30 a 19:00 y en invierno cierra antes, sobre las 17:00. No obstante lo mejor es consultar en la web:

https://www.english-heritage.org.uk/visit/places/stonehenge/prices-and-opening-times/

Nosotros habíamos leído que era recomendable llevar las entradas sacadas por anticipado, pero una vez hecha la visita podemos decir que no es para nada necesario. Si las sacas por anticipado te ahorras un par de libras, pero ya te estás anclando a hacer la visita a un día y a una hora concreta. Nosotros por ejemplo pensábamos hacer la visita un día y al final cambiamos de idea y la hicimos el día anterior, así que menos mal que no las teníamos sacadas. En nuestro caso fuimos un sábado por la tarde a eso de las 16:00, y tras 5 minutos escasos en la cola ya estábamos dentro.

Hay que decir también que para ir del centro de visitantes al yacimiento hay dos maneras, caminando o en bus. Para hacerlo caminando hay un sendero perfectamente acondicionado y señalizado, mientras que también hay varios buses (como dos o tres), que van haciendo el trayecto continuamente. La entrada al bus va incluida en el precio. Nosotros al ir con dos niños pequeños nos decantamos por esta segunda opción.

Finalmente, habíamos leído que es posible conocer Stonehenge de forma gratuita y en cierta forma es cierto. Desde la carretera que pasa por al lado del monumento (A303), en dirección hacia el centro de visitantes, y a mano derecha, sale un camino en el que se puede parar con el coche (lo veréis porque normalmente está lleno de caravanas) y caminando campo a través es posible acercarse un poco. No sabemos como se verá desde ahí, pero se está algo lejos. Desde luego no tiene que ser nada comparado con estar justo al lado de esta impresionante construcción, pero bueno, es una opción para quien le llame menos la atención y no se quiera gastar lo que vale la entrada, que no es nada  barata.

Conociendo Stonehenge

La visita como hemos comentado comienza en el centro de visitantes. Aquí tenemos un museo sobre la historia del yacimiento con algunas piezas arqueológicas, interesante para el que quiera conocer más en profundidad sobre su historia.

Ya de camino hacia el monumento, nos encontramos con la reconstrucción de un pequeño poblado para que nos hagamos una idea de cómo sería la vida de las personas que estuvieron allí construyendo Stonehenge.

Y justo al lado se representa el sistema con el que supuestamente movían cada una de las enormes rocas. Básicamente consistía en una plataforma de madera sobre unos troncos a modo de ruedas de la que tiraban con unas cuerdas. Era necesario unos 50 hombres para mover cada piedra, y está bastante gracioso porque es interactivo, tú mismo puedes tirar de la roca con todas tus fuerzas y un sensor medirá cuantas personas como tú hubieran hecho falta para moverla. Entre Dani y yo hacíamos la fuerza de tres hombres!, no está nada mal.

Tras curiosear un poco por aquí (no demasiado porque estábamos ansiosos por llegar a lo bueno), cogemos el autobús. En menos de 5 minutos llegamos al destino, una verde y enorme pradera sin nada alrededor. En una pequeña elevación por fin aquí esta, justo delante de nuestros ojos, el impresionante monumento megalítico más famoso del mundo declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986 junto con otra serie de yacimientos cercanos como el de Avebury.

La construcción está formada por hasta cuatro círculos concéntricos de enormes rocas semienterradas algunas de ellas unidas por dinteles, con una roca en el centro conocida como el altar. Existen otras interesantes rocas en el recinto, como la Piedra del Sacrificio o la Piedra del tacón, ubicada a 70 metros del círculo orientada hacia el mismo y perfectamente alineada hacia la salida del sol en el solsticio de verano. También se pueden observar otras construcciones como un foso de 104 metros de diámetro que rodea todo el recinto o la Avenida, un camino que atraviesa el foso hacia el monumento.

Hasta hace unos años se podía caminar por debajo de las rocas e incluso tocarlas, pero actualmente esto no es posible y hay una pequeña valla que las protege.

Se sabe que su origen se remonta hacia el 3000 aC y que muchas de sus gigantescas piedras (de hasta 25 toneladas de peso) fueron transportadas increíblemente desde Gales hasta este lugar y colocadas buscando su perfecta alineación con el sol, lo que demuestra un sorprendente conocimiento de ingeniería y astronomía de sus constructores para la época de la que se trata. Aparte de esto poco se sabe a ciencia cierta sobre su utilidad o el motivo que llevó a invertir tantísimo esfuerzo en realizar esta espectacular construcción exactamente de esta forma y en este lugar, dejando todo abierto a leyendas y misterios y haciendo de Stonehenge un lugar único.

Recorremos el lugar con calma, rodeando el monumento poco a poco y echando mil fotos desde todos los ángulos, mientras no paramos de imaginar todo lo que aquellas rocas habrán visto suceder. Nos sentamos un poco en el césped y seguimos caminando mientras comienza a atardecer. No nos queremos ir, es un lugar que transmite magia, paz y tranquilidad, un lugar imposible de describir con palabras.