Qué ver en Mostar en un día

Si algo teníamos claro cuando planificamos nuestro viaje por Dalmacia era que uno de los días nos íbamos a salir de la típica ruta y lo íbamos a dedicar a Mostar, una ciudad que desde hace tiempo nos intrigaba y nos llamaba muchísimo la atención. El nombre de la ciudad se debe a su principal seña de identidad, el espectacular Stari Most, sin lugar a dudas uno de los puentes más emblemáticos del mundo y uno de los principales alicientes de nuestra visita.

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Aquí puedes leer todo sobre nuestra ruta por Dalmacia: Ruta de una semana por la Costa Dálmata

Mostar ha sido una ciudad dominada durante más de cuatro siglos por el imperio otomano (siglos XV a finales del XIX), y es por ello que como en todo Bosnia hay una mayoría de población musulmana, aunque siempre se ha caracterizado por ser una ciudad tolerante donde musulmanes y cristianos han convivido en relativa calma durante años a ambos lados del Neretva, el bonito río que divide la ciudad en dos. Esto hace de Mostar una ciudad de contrastes, donde paseando por sus callejuelas de origen turco tan pronto puedes encontrarte con una iglesia católica o de repente escuchar la llamada a la oración desde el minarete de una de sus mezquitas, lo cual llama muchísimo la atención al tratarse de una ciudad europea. Todo el centro histórico de Mostar fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2005.

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Además, esta ciudad fue una de las más castigadas durante la terrible Guerra de los Balcanes, la más sangrienta en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, y en ella aún se pueden observar muy claramente las marcas de aquella época. Y es que se dice que los bosnios se niegan a eliminar las huellas de la guerra para que de esta forma nunca sea olvidada. Realmente impresiona mucho.

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Información útil

Si como nosotros viajas a Mostar desde Croacia, el principal paso fronterizo es el de Metkovic, que se encuentra a menos de una hora de la ciudad bosnia por la E73, una carretera en buen estado que remonta el río Neretva en medio de un paisaje montañoso muy verde y bonito.

El paso por la frontera es rápido y fácil. En nuestro caso apenas había 3 o 4 coches de cola y simplemente hay que enseñar el DNI. También es importante llevar la carta verde del coche de alquiler para que el seguro te cubra en un país diferente en el caso de que suceda algo (hay que pedirla al reservar o recoger el coche). Es posible que en la frontera te pidan la carta verde pero no fue nuestro caso.

El centro histórico de Mostar es peatonal y una buena zona para aparcar es la de la calle Marsala Tita o junto a la estación de autobuses (a unos 20 minutos caminando del Stari Most), donde hay un gran aparcamiento gratuito de tierra.

La moneda oficial de Bosnia es el marco bosnio, pero no es necesario en absoluto cambiar ya que en todos sitios aceptan los euros.

Dónde comer

Comer en Mostar es muy barato y la comida típica no está mal, muy parecida a la de la parte interior de Croacia, predominando la carne. Al igual que en Croacia, uno de los platos más típicos es el cevappi, una especie de salchichas especiadas que se sirven en pan con una especie de salsa de pimiento.

En la zona occidental del Stari Most hay varios restaurantes típicos donde comer barato y bien. Nosotros podemos recomendar el Hindin Han.

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Además recomendamos que probéis el típico café turco en el Cafe de Alma. Es excelente. El dueño es super simpático y os explicará con todo detalle y cariño su proceso de elaboración y la ceremonia que hay que seguir para tomarlo. No os lo perdáis.

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Qué ver

Vamos a comenzar nuestro paseo por la parte oriental del Neretva, que es la parte tradicionalmente musulmana de la ciudad, donde actualmente viven la mayoría de personas de origen bosnio-herzegovino. En la otra parte del río se encuentra la parte cristiana, poblada en su mayoría por bosnio-croatas.

Comenzamos nuestra visita bajando por la calle peatonal Brace Fejica, donde hay muchos comercios y bastante vida. Tras comerse Dani un riquísimo helado artesano por sólo 0,5€ hacemos nuestra primera parada en la Mezquita Karadoz Bey (siglo XVI), que es la más antigua y grande de la ciudad pero no la más bonita. Se puede visitar el interior por 2,5€ por persona y también subir al minarete, pero nosotros no lo hicimos.

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Frente a la mezquita, en pleno centro de la ciudad y rodeado de tiendas y restaurantes,  se puede ver un pequeño cementerio donde descansan víctimas musulmanas de la Guerra de los Balcanes. Realmente impacta como pueden vivir cada día con el recuerdo de la guerra en cada rincón de la ciudad.

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Continuamos bajando hasta llegar a la Casa Biscevica, una casa tradicional turca de 1635 perfectamente conservada donde se puede observar como se vivía en el Mostar otomano, así como una gran cantidad de objetos de aquella época. Desde la casa además se tienen unas bonitas vistas del río y del Stari Most. La entrada cuesta 2€ por persona.

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Un poquito más abajo llegamos a la zona más bonita de la ciudad, el Bazar de Kujundziluk, un antiguo mercado que data de la época otomana ubicado en una serie de estrechas callejuelas empedradas plagadas de antiguos y preciosos puestos de madera donde hoy se pueden comprar souvenirs y artesanía local. Es un gran plan perderse un buen rato por entre sus puestecitos.

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En pleno bazar podemos ver la mezquita más bonita de la ciudad, la Mezquita Koski Mehmed Pasha de comienzos del siglo XVII. La entrada cuesta 6€ por persona e incluye la subida al minarete desde el que se tienen unas vistas espectaculares del Stari Most y de toda la ciudad, es imprescindible subir. Eso sí, la parte de arriba del minarete es super estrecha y no muy apta para gente con vértigo.

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Y por fin llegamos a la gran joya de Mostar, su puente viejo o Stari Most. Este original  puente en forma de arco fue construido por los turcos en el siglo XVI y era considerado una importantísima obra de ingeniería para aquella época. Además, durante siglos fue un símbolo de la convivencia pacífica entre las diferentes etnias y religiones que se ubicaban a ambos lados del mismo, principalmente musulmanes y cristianos.

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Sin embargo, la historia de la ciudad y del puente cambió durante la Guerra de los Balcanes. Durante los años 1992 y 1993 el ejército Yugoslavo asedió la ciudad, pero finalmente fue obligado a retirarse por la unión de las tropas bosnias y croatas. Sin embargo, a partir de aquí comenzó un enfrentamiento entre bosnios y croatas que acabó con los bosnios controlando la parte oriental del río y los croatas la parte occidental, hasta que el 9 de noviembre de 1993 los croatas volaron por los aires el Stari Most. Esta acción militar no tenía ningún valor estratégico, pero sí un gran valor simbólico, ya que su desplome se consideró un símbolo de la desintegración del pueblo yugoslavo.

Desde toda la ciudad llama poderosamente la atención una gran cruz ubicada en lo alto del monte Hum. Esta cruz marca el punto desde el que las tropas croatas bombardeaban la parte musulmana de Mostar durante la guerra.

Se dice que tras desplomarse el puente sobre el Neretva, éste lloró sangre por la vergüenza que sentía de ver como bosnios y croatas, dos pueblos que habían estado siglos conviviendo en la ciudad, se estaban matando entre sí. Esto es debido a que la piedra con la que estaba construido el Stari Most al entrar en contacto con el agua hizo que esta tomara un color rojizo.

Finalmente el puente fue reconstruido en el año 2004 y en las torres laterales se pueden visitar un museo sobre la Guerra de los Balcanes y otro sobre el proceso de reconstrucción del puente.

Cruzando al otro lado del puente, hacia la parte occidental del río, se puede bajar a la misma orilla para tomar la típica foto del puente.

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Esta zona de Mostar también es bastante bonita y pintoresca y merece la pena dar una vuelta. Aquí se encuentra el bonito puente torcido, ubicado sobre un pequeño riachuelo que sale al Neretva.

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Nos alejamos ahora un poco del centro para recorrer la parte occidental de la ciudad. Esta zona es mucho menos turística, pero aún así hay unos cuantos lugares que merece la pena conocer, y además nos va a permitir adentrarnos un poco más en la auténtica Mostar y ver de primera mano los escalofriantes estragos que la guerra causó en la ciudad.

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Lo primero que nos encontramos es la Iglesia Franciscana, la principal iglesia católica de la ciudad pero sin mayor interés.

Subiendo por el Bulevar, que es una de las principales avenidas de Mostar, llegamos a la Plaza de España. Esta plaza fue inaugurada en el año 2012 por el Rey Juan Carlos I, y se construyó en agradecimiento a las labores humanitarias y de paz realizadas por las tropas españolas durante la guerra, así como en homenaje a los 22 soldados españoles fallecidos en la misma. En la plaza destaca la bonita Escuela de Gramática y por supuesto el Monumento a los soldados españoles.

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Con esto finaliza nuestra visita, con lo que volvemos caminando lentamente a por el coche entre edificios destruidos y marcados por la metralla.

Ya montados en el coche y con la silueta de la ciudad desapareciendo por el retrovisor, permanecemos callados. Tenemos una sensación extraña en el estómago, mezcla de satisfacción por haber conocido una ciudad preciosa, única y todo un ejemplo de superación, y también de una inmensa tristeza por haber sentido muy de cerca una ciudad aún herida por una barbarie que hasta ahora solo habíamos visto por la tele y  que nunca jamás se debe volver a repetir.

Sin duda una experiencia que nunca olvidaremos.

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